Soy Eugenio Pardo.

Una persona que, como tú, ha pasado por momentos en los que no sabía por dónde tirar.
Que ha sentido el peso de decisiones aplazadas, de caminos que se estrechan.
De una vida que por fuera funciona, pero por dentro ya no encaja.

No me interesa presentarme como un experto.
Ni como alguien que tiene todo resuelto.
Solo quiero que sepas que aquí hay alguien que entiende lo que significa estar en ese punto:
cuando ya no se puede seguir igual, pero tampoco está claro qué hacer.

Del paisajismo al terreno de lo invisible

Durante más de 20 años trabajé como paisajista.
Fundé Jardines Posibles y diseñé espacios que no solo buscaban orden o belleza, sino algo más profundo:
crear armonía entre las personas y el lugar que habitaban.

Con el tiempo entendí que no trabajaba con espacios, sino con historias.
Que cada jardín era una extensión de una vida, de un deseo, de algo que pedía transformarse.

Recuerdo un cliente: un matrimonio. Ella me contó que su marido, matemático, apenas salía de su despacho.
Querían un jardín cómodo, sin mantenimiento, algo estándar. Pero les propuse incorporar un estanque.
Un rincón vivo, lleno de agua, ranas, peces, pájaros… algo que no esperaban.

Años después, al volver, ella me dijo:
«Ahora trabaja junto al estanque. Se pasa allí las horas. Nunca imaginé que ese espacio cambiaría tanto su manera de estar.»

Ahí confirmé algo que ya venía sintiendo:
lo que más me interesaba no era el jardín, sino lo que despertaba en quien se atrevía a hacerlo distinto.

Esa intuición me llevó a formarme como coach. Quería herramientas para ir más allá, para trabajar directamente con lo que se mueve por dentro cuando uno se plantea un cambio.
No me defino como coach, pero esa formación me ayudó a darle estructura a algo que ya venía haciendo:
provocar movimiento, ayudar a decidir, sostener el vértigo que a veces da elegir otro camino.

Y ahora estamos aquí, en Caminos Posibles.
Un espacio en el que ya no trabajo con tierra ni con planos, sino con personas que, como entonces, presienten que su vida puede tomar otra forma… si se atreven.

¿Qué hago realmente?

Te ayudo a tomar decisiones valientes.
Te provoco para que no te escondas.
Y te recuerdo que el cambio verdadero no llega cuando todo está claro, sino cuando, aun con miedo, decides avanzar.

No soy psicólogo, ni lo necesito.
No trato enfermedades, ni etiquetas, ni pasados.
Trabajo con personas que están vivas, que sienten que algo no cuadra, que saben que podrían vivir de otra manera… pero no saben cómo empezar.

Aquí no doy respuestas.
Pero sí te desafío para que las busques.
A veces también te acompaño, sí —pero sin disfrazarlo de dulzura ni de calma zen—.
Porque el cambio que de verdad libera no suele ser cómodo.
Suele remover.

Mi forma de trabajar, en tres frases

1. Las decisiones se demuestran actuando

Decidir no es pensarlo mucho. Decidir es moverse.
Aquí no hablamos de posibilidades eternamente. Damos pasos.
Aunque duelan, aunque asusten, aunque no sean perfectos.
Porque quedarse quieto también es una decisión… y suele ser la que sale mas cara.

2. Sin responsabilidad, no hay avance

Nadie va a hacer esto por ti.
Yo puedo estar ahí, provocar, cuestionar, sostener incluso…
Pero el trabajo real es tuyo.
No vengo a rescatarte. Vengo a recordarte que puedes caminar solo si dejas de contarte excusas.

3. El desafío es la señal de que vas bien

Lo fácil no transforma. Lo predecible no mueve.
Si algo te incomoda, si te toca una fibra, si te duele un poco leer esto…
entonces quizá estás cerca del punto exacto en el que merece la pena mirar.
Ese es mi lugar contigo: no el del confort, sino el del impulso.

Esto no es para todo el mundo

No tengo prisa.
No tengo recetas.
No prometo resultados espectaculares en pocas semanas.

Pero si estás en un momento de verdad —uno de esos donde ya no puedes seguir igual—,
aquí puedes encontrar algo que no abunda:
lucidez, acción y verdad sin envoltorio.
Y alguien que no se asusta cuando toca mirar lo que incomoda.

¿Y si das un paso con dudas pero valiente?

Cada persona con la que trabajo es distinta.
Cada historia tiene sus nudos.
Pero lo que sí sé es que, cuando uno se pone de verdad a mirar, siempre hay una salida.
No una mágica. No una perfecta. Pero sí una más fiel a lo que uno necesita.

Si estás en un punto donde sabes que toca decidir, aunque no tengas claro el qué…
Si notas que llevas demasiado tiempo en modo espera…
Si quieres dejar de sobrevivir y empezar a construir desde otro sitio…

Entonces quizá Caminos Posibles no sea la respuesta,
pero sí el lugar donde puedes empezar a moverte.