Cuando el amor se vuelve espejo roto

Una pareja no tiene que insultarte para herirte.
A veces te parte en pedazos solo con mirar hacia otro lado.
O con recordarte, sin decirlo, que tú eres el problema.
Que exageras.
Que pides mucho.
Que no sabes amar sin agobiar.

Te lo dice con gestos.
Con el móvil boca abajo.
Con la frase que no termina.
Con el tono que te vuelve a hacer dudar.

Tú sigues ahí, intentando entender.
Pero en realidad estás pidiendo permiso para seguir existiendo.

Señales que no parecen maltrato… pero te apagan

Esto no se llama violencia.
No lo recoge ninguna campaña.
No te lo explica ninguna psicóloga en redes.
Pero tú lo sientes: cada vez eres menos tú.

— Te callas para no incomodar.
— Te haces pequeña para no estorbar.
— Te esfuerzas más para merecer lo básico.

Y cuando un día levantas la voz, te lo devuelven como si fueras tú la agresora.
Como si amar mucho fuera tu defecto.
Como si cuidarte a ti misma fuera una traición.

¿Y si el problema no es tu autoestima?

Has leído sobre quererte más.
Has hecho ejercicios de autovaloración.
Has intentado “no tomártelo todo tan personal”.
Pero no mejora.
Y no es que tú no avances.
Es que quizás lo que tienes que soltar no es tu inseguridad… sino esa relación.

Tal vez tu autoestima no está herida:
está secuestrada.

Encerrada en una dinámica donde solo puedes ser querida si te haces menos.

ESTO NO SE ARREGLA. SE ROMPE.

Si cada gesto tuyo por quererte hace que el otro se aleje…
si cada intento de ponerte en el centro se interpreta como egoísmo…

entonces no estás perdiendo autoestima.
Estás pagando con tu alma el precio de sostener un vínculo roto.

Cruza aquí si lo sabes pero no te atreves a decirlo en voz alta

CUANDO AMAR TE HACE MÁS PEQUEÑO
(Ese no es el final. Es el verdadero inicio.)