¿Ejercicios? Solo si has dejado de mentirte.

Aquí no hay recursos mágicos.
No hay claves.
No hay práctica que sirva si antes no has hecho el gesto más difícil:
reconocer que llevas años construyéndote desde el miedo.

Puedes hacer estos ejercicios.
Todos.
Uno a uno.
Con constancia. Con compromiso.
Y seguir igual.

Porque no se trata de mejorar.
Se trata de dejar de fingir.

Cada ejercicio es un espejo. No un camino.

No están diseñados para hacerte sentir mejor.
Están diseñados para que, al hacerlos, descubras cuánto te traicionas.

→ Uno te pedirá nombrar lo que ocultas.
→ Otro, escribir desde donde te odias.
→ Otro, dejar de justificar lo que ya sabes que no puedes sostener.

No son ejercicios.
Son activaciones.
Y si no estás dispuesto a romper algo, no los hagas.

Los 10 gestos que solo sirven si ya no puedes más

  1. Escribe una carta sin firmar donde digas lo que más te avergüenza de ti. No la corrijas. No la guardes. No la leas después. Solo escríbela.
  2. Durante un día entero, no expliques nada. Ni justifiques tus decisiones, ni adornes tu inseguridad. Observa cuántas veces te sientes tentado.
  3. Haz una lista de lo que finges que te gusta de ti. Y otra con lo que realmente te gusta. Si la segunda tiene menos de tres cosas, todavía estás hablando desde lo que deberías ser, no desde lo que eres.
  4. Mira una foto tuya de cuando tenías entre 8 y 10 años. Pregúntale qué necesitaba. Y escríbele sin darte consejos. Solo escúchale.
  5. Pide perdón a alguien, sin usar la palabra “perdón”. Solo asume. Sin defensa. Sin explicación. Sin esperar respuesta.
  6. Haz algo que no sepas hacer bien. En público. Sin avisar a nadie de que estás “probando” o que “no eres bueno en eso”.
  7. Elimina durante 48h todo contacto con redes, espejos y fotos. Solo vive. Luego escribe qué descubriste.
  8. Enumera tus logros sin mencionar ningún esfuerzo. Solo hechos. Si necesitas añadir “porque trabajé mucho” es que aún buscas validación.
  9. Di en voz alta, tres veces, lo que nunca te has atrevido a nombrar como deseo. Luego quédate en silencio. Solo respira.
  10. Desobedece una norma social que no compartes, aunque sea pequeña. No por rebeldía. Por dignidad.

Estos no son ejercicios.
Son grietas.
Y solo sirven si te cortan algo por dentro.

Lo que necesitas no es autoestima. Es coraje.

Todos estos gestos son inútiles
si sigues buscando arreglarte desde la lógica del rendimiento.

No necesitas mejorar.
Necesitas dejar de obedecer.
Necesitas atreverte a existir sin permiso.
Necesitas elegirte aunque duela.

Ahí empieza todo.

Si ya sabes que no se trata de autoestima,
sino de algo más profundo, más primitivo, más roto…

cruza aquí → No es autoestima, es otra cosa

Página 4 de 5

Volver al inicio