Siento que no soy suficiente en mi relación

Hubo un tiempo en el que había más ligereza.
En el que las palabras salían sin filtro.
Las emociones no necesitaban defensa.
La risa aparecía sin tener que medir si molestaba.
Y la voz, las ideas, la forma de estar… ocupaban su lugar.

Quizá ese tiempo no era perfecto.
Pero había algo esencial:
espacio interior.

Después llegó una relación.
Una conexión que al principio pareció llena de promesas.
Un vínculo que ofrecía afecto, compañía, seguridad.
Y durante un tiempo, pareció que todo iba bien.

Hasta que empezaste a sentir algo extraño.

Como si tu pareja —sin decirlo— te hiciera dudar de ti.

Y sin aviso, algo empezó a cambiar.
No con gritos, ni con escenas dramáticas.
Más bien con gestos pequeños que fueron repitiéndose.
Un comentario irónico que dejó marca.
Una crítica envuelta en broma.
Una opinión minimizada.
Un gesto que hizo sentir que no eras importante.

No fue un choque. Fue un goteo.
Y ese goteo fue estrechando el marco.

Y tú, para evitar líos, para que el otro no se sintiera menos, para proteger el vínculo,
empezaste a hacerte más pequeño por dentro.

No fue consciente. Pero empezaste a ceder espacio.
A callar cuando antes hablabas.
A revisar dos veces antes de decir algo.
A adaptarte, a suavizar lo que eras.

Y entonces amar te hizo sentir más pequeño

La espontaneidad se fue apagando.
La voz se fue encogiendo.
La alegría empezó a necesitar permiso.

Y una mañana cualquiera, o una noche, o en medio de una conversación tonta, algo hace clic.
Una frase. Un silencio. Una foto.
Y te ves.
Y no te reconoces del todo.

No sabes exactamente quién eres ahí.
Estás presente, pero tu forma ya no es la misma.
Algo se ha ido perdiendo en el intento de sostener la relación.
Y aparece la sospecha:

¿Será que para que el otro no se sienta molesto, yo dejé de crecer?

Y el ahogo

¿Cómo recupero mi espacio sin romper lo que hay?

Has cedido terreno sin darte cuenta.
No solo el espacio físico o las decisiones.
Sino el derecho a decir: “Esto también soy yo”.
Te has adaptado tanto, que ya no sabes si lo que haces es por ti, o por no incomodar.

Y entonces aparece la pregunta que duele:

¿Qué pasaría si vuelvo a ocupar todo mi espacio?

Si recuperas tu voz sin justificarla.
Si vuelves a mostrar entusiasmo sin pedir permiso.
Si decides que ya no quieres encoger más tu forma para encajar.

¿Podría sostenerse la relación así?
¿Y sino… qué significa eso?

Este recorrido es para quien empieza a desaparecer en pareja

No hay respuestas rápidas.
Tampoco fórmulas.
Solo el inicio de una posibilidad:

Recuperar la forma real, aunque eso implique dejar de encajar en el marco que se había estrechado.

Este recorrido no es una lectura.
Es una experiencia que ayuda a mirar con más claridad.
A recordar quién eras antes de ceder tanto.
Y quizá, a recuperar algo que creías perdido.

Una pieza cada vez.
Sin ruido.
Sin exigencias.
Solo tú, saliendo del marco.

→ Empezar recorrido: Lo que cedes para que encaje

Página 1 de 5